Siri Husvedt: “Si exigimos pureza moral absoluta a nuestros artistas tendríamos muy poco que leer”
En un clima distendido y con gran disposición a la conversación, la autora de obras como “Todo cuanto amé” o “El verano sin hombres” se definió como “una lectora ávida” y señaló que leer implica “rendirte a la voz del libro”.
“Es una forma de posesión que en la literatura está más presente que en otro tipo de lectura porque es emocional. Nuestras vidas están restringidas por quiénes somos, a quién vemos, de qué clase, color, género y sexo somos. Leer literatura nos da la oportunidad de entrar a espacios y psicologías que no podríamos de otra manera y hay cierto peligro en eso”, describió desde un cuarto poblado con cuadros, libros y fotos, desde la ciudad de Nueva York.
En ese sentido marcó una distinción: “Muchas mujeres se exponen más a los textos y es por eso que las mujeres leen más ficción que los hombres”.
Para la escritora hubo cambios, pero considera que “los hombres consumen menos ficción que las mujeres en todo el mundo. Y son muy reacios especialmente los hombres heterosexuales a leer o consumir arte producido por mujeres” y arriesgó que se debe a que “el arte es una interacción que se siente de manera profunda y cuando leemos una novela escrita por una mujer hay que rendirse ante la voz del libro y rendirse a esa voz es una manera de sumisión ante la autoridad del libro, lo que puede ser muy incómodo para muchos hombres”.
Qué implica la lectura, sus alcances y consecuencias fue uno de los ejes de la charla, en la que no faltó humor, referencias a personajes de sus novelas, citas de charlas con su hija o su madre fallecida hace muy poco y con quien la entrevistada dijo haber construido un nuevo vínculo a partir de la muerte de su padre, hace ya varios años.
“La lectura más rica es siempre la plural”, apuntó Hustvedt (Estados Unidos, 1955) y graficó ese hábito como un punto de vista para mirar la realidad pero también como un tono, una musicalidad, ya que sostuvo que “los mejores poemas y obras de prosa, incluso ciertas obras de filosofía, tienen una musicalidad”. Cuando leemos eso se queda con nosotros de manera inconsciente, lo que hace que volvamos a esa lectura para reconocer ese ritmo o para “volver a escuchar esa música”.
La ganadora del premio Princesa de Asturias 2019 le dijo a Zicavo que “la memoria se consolida con las emociones. Así que si no te importa algo, lo olvidás. Tiene sentido. La emoción es una especie de fuerza abrasadora en la memoria” y aseveró que “las personas que han tenido grandes experiencias con los libros pueden recordar dónde estaban cuando los leyeron”.
Lewis Carroll con “Alicia en el País de las Maravillas”, Emily Dickinson y William Blake a sus once años, “La cabaña del tío Tom” y “Up from slavery”, un trabajo sobre la esclavitud, fueron los libros y autores mencionados al rememorar sus primeras lecturas.
Luego contó que entró a una fase en la que abundaron novelas del siglo XIX y llegaron Jane Austen, las hermanas Brontë y Charles Dickens, sobre quién escribió su tesis en Columbia.
Pero al plantear la lectura como una conversación, Hustvedt nombró a autores que siguen presentes en su vida como James Baldwin, Audre Lorde o Henry James, sin dejar de lado la lectura de filosofía desde Platón en adelante y algunos filósofos como Simone de Beauvoir, Merleau-Ponty. Ese mapa de textos y universos dijo que eran “una conversación continua”.
Las elecciones presidenciales de noviembre en Estados Unidos también estuvieron presentes en la entrevista, ya que la novelista hizo referencia al movimiento “Escritores contra Trump”, que integra junto a su marido, el escritor Paul Auster, y que se formó en agosto.
“Nos estamos organizando antes y después de las elecciones según lo que suceda. Creo que en Estados Unidos hay una emergencia política, no solo una emergencia biológica, ya que corremos peligro de volvernos un país autoritario si Trump es reelecto o si los resultados de las elecciones no se respetan”, consignó.
Sobre cual cree que es el lugar de los escritores y los intelectuales hoy en el debate público, la autora de “Elegía para un americano” consideró que “cada vez es menor”. “Estados Unidos nunca ha permitido muchas voces. Tuvimos lo que se llama intelectuales públicos como Susan Sontag. Hemos tenido algunos intelectuales que dejaron un legado. Tal vez esté condicionada por el presente pero no escucho esas voces intelectuales. Creo que tenían más lugar hace algunas décadas, hay una gran sospecha o duda sobre el ámbito académico que es odiado en Estados Unidos”, reflexionó.
En esa línea dijo que “uno de los fracasos del discurso cultural en Estados Unidos es el fracaso de analizar los temas profundos, realmente profundos” y dijo que en su país durante el gobierno de Trump se desarrolló lo que llama “ignorancia beligerante”,
Aseguró que se trata de “una ignorancia furiosa, es decir estoy orgulloso de no saber todo esto y no me importa y no cedo ante la autoridad de las personas que pasan sus vidas, por ejemplo, estudiando el clima o estudiando relaciones sociales o psicología social”.
Además señaló que “en la psicología social hay algo que se llama privación relativa”, lo que ejemplificó como “grupos de personas que con mucha ira y enojo perciben que algo es enaltecido mientras que ellos son degradados”.
“Por ejemplo, Barack Obama es un hombre negro de origen muy humilde, que fue a Harvard, es muy elegante, muy tranquilo, pocas veces se altera. Fue presidente de los Estados Unidos. Y ante eso muchas personas blancas estaban furiosas. No es que él estaba contra ellos sino que se debía al hecho de que había sido elevado a una posición de poder. Eso los ponía furiosos”, analizó en referencia al reciente expresidente estadounidense.
Hustvedt afirmó que “lo mismo ocurre con Hillary Clinton” en relación a “una identidad percibida como mujer” y graficó: “Hillary Clinton es una demócrata moderada como muchos hombres demócratas moderados y fue retratada como un demonio, como un monstruo por la derecha. Pero también por parte de la prensa dominante donde era denigrada permanentemente como una candidata que era tan terrible como Donald Trump”.
Para la escritora, “con frecuencia fragmentamos el mundo según nuestras expectativas. Somos criaturas sesgadas y la manera en la que podemos superar esto es reflexionar” pero también retomó a Hannah Arendt: “Debemos tratar de evitar la irreflexión sobre nosotros”.
Al finalizar la charla, contó que está por publicar un libro de ensayos y se refirió a la cultura de la cancelación: “Si exigimos pureza moral absoluta a nuestros artistas tendríamos muy poco que leer o escuchar. Ningún ser humano es perfecto. Todos tenemos deficiencias morales”.
“Nos estamos ajustando a un mundo diferente donde el sexismo, el racismo y distintos tipos de abuso de poder no son aceptados como antes. La mayoría de los pensamientos ideológicos son primitivos y al mismo tiempo los argumentos más sutiles e interesantes, desde mi punto de vista, son distintos modos de operar en el mundo”, expresó en su participación en la sección “Conversación en primera persona” de esta edición especial del Filba.